

Otro cielo es punksible
Javiera Rayen Rivera López, Speech therapist, University of Chile
Chile, Santiago, Gran Avenida, un susto, una caída, el grito de su hija. Así fue el momento cuando Ángela tuvo su primer ACV (Accidente Cerebro Vascular). Rápidamente, Luna, la hija de Ángela, muerde su dedo índice para llamar a la ambulancia. En este tiempo no hay celulares, el cuerpo es la tecnología misma.
Luna ya sabe lo que ocurrió, porque últimamente han habido muchos casos de ACV, provocado generalmente por el estrés del sistema neoliberal. Todos los humanos de ese tiempo conocen los síntomas, así que ella reportó todo a la paramédica y a la enfermera.
Llega la ambulancia y se van juntas en ella.
Al llegar al Hospital, Luna marcó con su dedo índice en una máquina en donde se mostró todo su historial médico. La doctora hizo lo mismo con la mano de Ángela para su ingreso.
Al comenzar la terapia se llamó al equipo Neuro5, que lo constituían: la neuróloga, una fonoaudióloga, una terapeuta ocupacional, una kinesióloga y una enfermera. Pero en este mundo punk también participaban en el sistema de salud trabajadores de la cultura y las artes, de la tierra y de oficios.
Este cambio paradigmático ocurrió por una revolución popular que levantaron las mujeres de una comunidad en un territorio llamado El olvido, ellas exigían sus derechos reproductivos y entre ellos una salud digna. Todo empezó de a poco, se organizaron protestas y estrategias comunicacionales comunitarias con organizaciones aledañas, lo que permitió una Gran Manifestación.
Luna, en conjunto con amigas, apoyaron varias protestas y ahora la salud se transformó en una prioridad política y pública. Las mujeres y disidencias sexogenéricas encabezan este movimiento de salud comunitario en todo el país; ellas y elles luchaban por una sociedad punk libertaria amorosa.
Ángela comenzó su terapia y una de las primeras intervenciones fue ir al parque más cercano y tener contacto con la naturaleza. Esta actividad fue la más importante, porque las empresas capitalistas internacionales explotaban los territorios. Ángela estaba feliz y su familia la acompañaba y aprendía de sus cuidados. Ángela post ACV quedó con dificultades en el habla y lo que más quería era volver a hablar y decirle a su esposo Diego que lo amaba. Sin embargo, Diego había fallecido, lo habían asesinado por ser parte del Sindicato de Trabajadores del Medio Ambiente; Ángela aún no vivía su duelo por el ritmo acelerado y enajenante.
El proceso terapéutico tenía sus principios tales como la integridad, los derechos, redes de cuidado y autocuidado, vinculación con el ambiente, lo comunitario-libertario y lo que prima son los afectos.
Durante la terapia, Ángela había podido lograr los objetivos gracias a la ayuda constante de la terapeuta ocupacional y a su habilidad de desafiar al capacitismo del sistema que aún perduraba en la sociedad.
Ángela empezó a escribir con su dedo índice en el aire y en su cuerpo como un acto de amor con ella misma.
Un día Luna acompañó a su madre al taller de escritura y cada una le escribía a la otra te quiero, eres valiente en sus piernas y manos. Desde los índices salía una especie de luz que al posicionarla en la piel se marcaba de color violeta, ese fue el color que decidieron madre e hija para ese momento.
El dedo índice era poderoso, pero Luna estaba segura que otro dedo podría tener otro poder. Al día siguiente se juntó con sus amigas y hablaron de esto. Ellas eran adolescentes, querían seguir construyendo una sociedad punkísticA, por lo que en esa noche se juntaron a realizar una punkAction (nombre que se le asignaba a una actividad de protesta callejera) escogieron el color rojo y negro del índice para escribir en los muros de la ciudad: Ya vendrá la era citypunk.
Luna a su edad de 16 años, era una comelibros de las lecturas feministas al igual que sus amigas, pero hace unos días empezó a leer sobre el placer y el goce, algo que le daba vergüenza hablar y esa noche luego de llegar de su punkAction se masturbó pero con el índice, y se dejó rastro de color negro y rojo en su vulva. Una escena revolucionaria.
Luna estaba tan llena de amor que escribió un poema en su cuerpo:
Quiero ser libre
Quiero saborear nuevas experiencias
Quiero quemar el sistema
Quiero abrazar a mis hermanas
y vivir de lo simple.
¡A tomar el cielo por asalto!
Al día siguiente fue a ver a su madre al Centro de Rehabilitación Comunitaria, en ese lugar estaba la profesora de Taller de huerta y estaban plantando semillas, las tenían escondidas porque los hombres poderosos del gobierno actual las querían robar para comercializarlas al exterior y así ganar mucho dinero.
Madre e hija plantaron y se rieron. Esta actividad se le recomendó la Terapeuta ocupacional, llamada Priscilla, ya que al hacer una actividad en comunidad se sana no solo el aspecto físico, sino más bien el emocional. Regaron las plantas y miraban el cielo. Ambas estaban sanando, Ángela la pérdida de su esposo Diego y Luna por su parte, la pérdida de su padre y su confusión con el mundo.
Estaban felices y con sus índices escribieron una consigna en el cielo con color violeta:
Juntas sanaremos
Juntas floreceremos
Ángela tomó un clavel rojo, ya había mejorado su psicomotricidad, cerró sus ojos y con su dedo meñique elevó el clavel hasta el cielo, parecía magia. Luna miraba asombrada y con ojos brillantes dijo YO SABÍA!, sabía que había otro dedo con poderes. Su madre le comentó que esto es secreto de familia, ya que nadie en la sociedad tomaba en cuenta a ese dedo, era un estorbo e ínutil según el gobierno. Sin embargo, era poderoso y era la unión con los ancestros. Ambas al ver el clavel rojo en el cielo, con sus índices le escribieron a Diego como un manifiesto de lucha y perseverancia.